- ¡Bravo, bravo!
- ¡Otra, otra!
Y aplausos y silbidos por todo el gran teatro, mientras las bailarinas volvían a salir y otra vez saludaban con gran delicadeza y el público insistía en no dejarlas ir.-
- ¡Bravo, bravo!
Entonces, de repente el telón se levantó, las luces se apagaron,
la música empezó y aquella bailarina, sola en el escenario, con
luces de colores giró, giró y giró.-
Volvieron los aplausos y ella siguió girando y su vestido blanco
voló, voló y voló.-
- ¡Bravo!
Y continuó de un lado al otro del escenario de su vida, continuó girando y girando, por que desde aquel rincon, se dió cuenta que solo el verdadero aplauso, el amor, es el motor de toda vida.
ResponderEliminarUn placer leerte, Alicia.
Qué alegría inesperada verte por aquí después de tanto tiempo.-
ResponderEliminarAgradezco y me emociona tu comentario, siempre tan bonito y cálido.-
Un beso muy grande.-
Todo sigue igual, queridísima Alicia, sigo viendo tu blog, pero hoy sentí un fuerte impulso y no pude resistir el escribirte. Sabes del cariño que te profeso y ya sabes tambien donde encontrarme.
ResponderEliminarUn abrazo grande de esos rompecostillas.
La vida, también es como un telón de teatro y danza.
ResponderEliminarUn beso.
Es cierto María, a veces quedamos demasiados expuestos y otras nos ocultamos tras bambalinas a la espera de que siga la función.-
ResponderEliminarGracias por tu visita.-
Gracias a ti, Alicia, por tu amabilidad.
ResponderEliminarTus blogs, los tres, son preciosos, y seguiré visitándote porque eres una persona que tiene mucho que aportar y nosotros aprender.
Un beso.