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Montevideo, Uruguay
Escribo desde siempre. Sin pretensiones intelectuales, ni locas vanidades de reconocimiento. Alentada por la persona que más amé en el mundo, a quien agradezco y humildemente dedico este blog... a mi madre.-

miércoles, 22 de agosto de 2012

NO ES CIERTO


No es cierto que no ríen.
Alcanza haberla visto en el momento justo para advertir incluso, sus gestos de sorpresa.
Allí llegamos juntas y sobre la vereda, dentro de unos cajones lucían los tesoros: orejitas de cerdo, palitos de colores, roscas y galletitas de todos los sabores. También había juguetes, pelotas y peluches, collares y mordillos en bolsas y en estuches.
Cuando al fin se dio cuenta, me miró sorprendida. Olió, metió el hocico y luego lentamente eligió el que quería.
Era como una niña, incrédula, inocente y un aire de alegría en la cara le vi. Y aunque, la muy bandida se hace la indiferente, el vaivén de su cola la delató feliz.
No es cierto que no ríen, alcanza haberla visto...
Volvimos por la calle y oronda con su hueso, se mostró vanidosa, orgullosa y pueril,
porque es como una niña llevando su trofeo y ahora estoy segura que yo la vi reír.


*

martes, 7 de agosto de 2012

EL FORASTERO




Nunca supe su nombre, si acaso algún apodo de tantos que tenía.
Simpático, agradable, de sonrisa brillante y carcajada fácil,apareció en el pueblo el día del incendio.
Combatió codo a codo con todos los vecinos; corrió, gritó y un poco se chamuscó los pelos y fue casi un experto estudiando los vientos y fue el más arriesgado aún sin ser bombero.
De noche, ya controlado el fuego, le golpeaban la espalda en agradecimiento, comieron y brindaron por todos los ilesos y una lluvia muy fina tranquilizó los sueños.
Luego, se despejó el cielo y un coro de grillos le cantó al forastero, la luna contemplaba al bosque ceniciento y los tiznes olían a un raro caramelo.
Por fin amanecía el aturdido pueblo y vi que se acercaban algunos patrulleros; bucan a un hombre joven que es loco por el fuego, me muestran su retrato y yo..., yo no puedo creerlo.


*