vislumbro que el gigante de los cielos regala su calor sobre mi cuerpo.
Yo bailo al son de un loco pensamiento y hago girar mi cuerpo y mis cabellos
y a veces pego un salto y me deslizo en el contorno azul de algún recuerdo.
Yo canto una canción, la tarareo, más que cantarla yo, sólo la pienso,
es una invitación sin argumento, un leve gorgotear, es un lamento.-
Pero cuando la noche me seduce con ramos de coral y madreperla,
emerjo entre las nubes de tinieblas para asirme a la roca plañidera.
Allí quedé dormida entre sollozos rogándole a Neptuno que me diera,
la libertad de andar sobre la tierra y caminar con él por vez primera.
Pero el amanecer llegó a su antojo incendiando el delirio de mis sueños
y se metió en mis ojos como llamas irisando la mitad de mi cuerpo.-
Y vuelvo a sumergirme en lo profundo del abismo rosado de la aurora,
Pero cuando la noche me seduce con ramos de coral y madreperla,
emerjo entre las nubes de tinieblas para asirme a la roca plañidera.
Allí quedé dormida entre sollozos rogándole a Neptuno que me diera,
la libertad de andar sobre la tierra y caminar con él por vez primera.
Pero el amanecer llegó a su antojo incendiando el delirio de mis sueños
y se metió en mis ojos como llamas irisando la mitad de mi cuerpo.-
Y vuelvo a sumergirme en lo profundo del abismo rosado de la aurora,
vuelvo a bailar, a girar y en un segundo, yo vuelvo a sentirme seductora,
con la extraña ilusión que allá, en la arena, él logre adivinar mis pensamientos.
Entre las algas rotas o en el viento, guiada por el vuelo de gaviotas,
le enviaré mi canto hecho poema y en murmullos de brisa todo el tiempo
susurraré en su oído dulcemente mi más cálido canto de sirena.-