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Montevideo, Uruguay
Escribo desde siempre. Sin pretensiones intelectuales, ni locas vanidades de reconocimiento. Alentada por la persona que más amé en el mundo, a quien agradezco y humildemente dedico este blog... a mi madre.-

sábado, 15 de agosto de 2009

GAME OVER



Caí en el mar oscuro.-
Súbitamente, sin tiempo para la última bocanada de aire y sin embargo, parece que no lo necesito. Estoy aquí sin saber dónde quedan el arriba y el abajo, perdida en la negrura opaca y sin horizonte. No alcanzo a ver mis propias manos, pero creo que estoy tratando de nadar hacia lo que estimo es la superficie.-
Veo algo, pequeños destellos, parecen luciérnagas y sé que es imposible. ¿Será la falta de oxígeno? ¿Será que estoy alucinando? Dios mío, ¿por qué estoy en esta situación?
Todo mi cuerpo se convulsiona en un renovado y desesperado intento por salir a flote, pero la luna nueva no me ayuda, no me orienta siquiera. Ojalá mis brazos vayan en la dirección correcta.-
Los destellos de luz se acercan al fin. ¿Qué son? Manchas luminosas azuladas. Al menos se acabó la soledad. ¿Será que alguien viene a ayudarme? ¿Será que Javier se arrepintió después de lanzarme por la borda? ¿Acaso me quiso matar?
No puedo entender su reacción. Sé que tiene otra mujer. Lo sé desde hace tiempo. Hace como un mes que se acuesta por último y se queda horas frente a la computadora. Pero, ¿liquidarme? ¿Para qué? Yo no tengo fortuna y con el divorcio yo sólo le pediría mi libertad.-
Son medusas. Una cantidad de medusas violetas y fosforescentes se me acercan. Parece que bailan a mi alrededor, son hermosas. Ahora sí, confirmo que no estoy sola. Estos seres gelatinosos me acompañan y logro ver la superficie. Dos últimas brazadas dolorosas, agobiantes y al fin el aire fresco entrando a mis pulmones.-
Toso, me ahogo, hago la plancha, respiro… ¡No lo puedo creer, estoy viva!
No sé cuánto tiempo estuve bajo el agua pero sé que no fue poco. ¿Cómo logré mantener la respiración? Yo, fumadora empedernida, sin instrucciones del buceo más elemental, ¿cómo pude resistir tanto tiempo?
Aquí en la superficie, recién me empiezo a sentir mojada. Tengo frío, casi prefiero cubrirme con el agua, pero hay un instinto invisible que se apodera de mí y sin consultarme, me obliga a resistir.-
Ante mis ojos otra visión alucinante me acompaña. La bahía de Montevideo, vista desde el mar y por la noche, es una postal poco frecuente.-
Estoy nadando en dirección a una boya. Hoy no es mi día de morir y Javier aún no lo sabe. Ya imagino su expresión cuando me vea totalmente viva frente a él. Por lo pronto pasar la noche será mi preocupación prioritaria y planear el reencuentro ayudará a mantenerme despierta hasta que aclare.-
De vez en cuando una ola me golpea brutalmente y mi brazo izquierdo se ha aferrado de tal forma a los hierros oxidados de esta campana, que está hinchado y lleno de rasguños sangrantes. Mi vestido de seda está hecho jirones y mi boca no deja de temblar.-
Nunca me gustó embarcar de noche pero la excusa de cenar en altamar para renovar el romance perdido, era bastante creíble.-
El me confesó todo, dijo estar arrepentido, que quería reconquistarme, empezar de nuevo.-
Por mi parte, francamente lo confieso, quise darle una lección. Pasé la tarde preparándome para la cita. Tomé un masaje, fui a la peluquería, elegí el vestido más sexy, el perfume más dulce, para que viera todo lo que perdería cuando al final, yo le dijera que no lo iba a perdonar y le pediría la separación.-
Fue en el momento del brindis final, la cubierta algo húmeda, yo descalza y… tal vez yo resbalé y él intentó sujetarme, no lo sé.-
Una ola me cubre por completo. Exhausta y dolorida, me suelto de la boya y esta vez las medusas violetas comienzan a alejarse. Las luciérnagas lejanas ya se apagan. Ya está amaneciendo y una lancha se oye muy cercana. Me rescatan. Sé que me hablan, yo no oigo y tampoco puedo articular palabra.-
Al cabo de unos días me despierto y a los pies de la cama, Javier duerme en una butaca. En su falda, su inseparable ordenador emite un sonido bajo, repetitivo y molesto. Alcanzo a ver una leyenda intermitente que dice: GAME OVER.-

domingo, 9 de agosto de 2009

MI PEQUEÑA HISTORIA



Siempre me gustó escuchar el eco.-
Aquella repetición incansable, copia fiel que se extendía en la distancia y yo, mirando atentamente para descubrir hasta dónde llegaba.-
A veces le gritaba al hueco del aljibe creyendo que mil mariposas transparentes saldrían con mis gritos a cuestas.-
Amaba esos sonidos parejos que se iban desarmando de a poquito con el tiempo.-
¡Ah, si yo pudiera descubrir a dónde los llevó el eco, en qué arcoíris guardó sus tesoros!
Tal vez por eso, hoy día escribo versos, para imitar un poco, aquel musical universo.-
Todos los sonidos de mi infancia quedaron guardados en algún lugar de mi cuerpo.- Yo no sé si en mi mente que clasifica mis recuerdos o si en el centro de mi pecho donde acuno los ecos que se duermen, pero allí están, viajando conmigo aunque yo esté en silencio.-
Recuerdo que tenía un trencito de cremallera que funcionaba a cuerda, que después de trepar la pendiente, llegaba al otro extremo y volvía, iba y venía.- Iba y venía con su repetido sonido y mi reiterado juego.- Yo me quedaba extasiada mirando por su costado, un paisaje dibujado con un pequeño relieve que lo hacía tan real.-
Eran tiempos en que a menudo se oía el melodioso silbato del afilador que recorría el barrio pedaleando su bicicleta.- Tiempos de barquilleros golpeando incansablemente sus triángulos metálicos.- Tiempos de música de rueda-rueda, de murmullos bajitos en casa de abuela, de sollozos de mamá.-
Todos mis días tenían un sonido tan particular que, aún con los ojos cerrados, se podía adivinar el ánimo de la casa, de la familia.-
A veces siento nostalgia de ruidos, añoro mis sonidos conocidos y despierto mis recuerdos y los hago sonar y sonar como campanas que no quieren estar quietas.- Son pequeños aleteos de memorias.- Son mis ecos repetidos que se niegan a guardar silencio.- Son mi pequeña historia.-

sábado, 8 de agosto de 2009

PIES ATADOS



Tengo mis pies atados a esta tierra como raíz de ombú que sobresale, mi cuerpo es la madera ya golpeada que ostenta alguna flecha dibujada.- Mi corazón rojo de atardeceres, sueña con más calor para mañana y mis brazos al cielo, como redes, sacuden un adiós entre las ramas.-
Y dejo mi equipaje en la banquina porque he perdido el tren.- Expreso que me orienta donde me perderé y soltaré mi pelo florecido en el follaje y cambiaré mi traje de color y otra vez se hará tarde en los andenes de la vieja estación.-
Tomaré mis pinceles oliendo a trementina, tal vez con mi maleta de pintor viaje mejor.- Si encuentro alguna esquina, quizás quede dormido, junto a los fríos focos de luces de neón.- Dibujaré paisajes que no tuve, u ofreceré mi fruto en un abrazo, seguro que al ocaso volveré a quedar solo, total si nunca anduve con alguien a mi lado, que nadie se preocupe porque soy un árbol.-