
Cayó en caída libre, sin paracaídas, estrellándose en el suelo, más azul que nunca.-
Y el golpe se sintió de lejos, tanto se escuchó que todo el pueblo fue prendiendo las luces para ver por las ventanas una noche estrellada.- Pero no vieron nada, sólo el río cual brillante zafiro, corriendo a lo loco a cambiar su vestido de mil lentejuelas.-
Al rato la noche quedó amoratada y fue doña Aurora que llegó temprano y la mandó con prisa a dormir a su casa.-
Sabiendo que pronto se caerá de nuevo, la noche siguiente se traerá un lucero y el campo y el río, el pueblo y el cielo, estarán pendientes en pleno desvelo para que la noche, envuelta en su velo, venga bien despacio y no caiga al suelo.-