
-¡Manú, la comida está pronta!
Pero Manuel no venía.-
Salió temprano a caballo, a revisar alambrados y se pasó la mañana estirando el pensamiento más allá del horizonte, donde llegan los recuerdos.- Y como una rienda suelta, se le enroscó la memoria en los ojos de Eloísa y los recordó más negros.-
En el rancho, el aguacero se descolgó sobre el patio y en menos de dos minutos las macetas se llenaron.- Las ranas que estaban mudas, se entretenían croando y en el cielo opaco y blanco, un rumor largo y lejano.-
En ese mismo momento Manuel cayó de rodillas y en su mente sólo estaba la imagen de su Eloísa.- El recuerdo se escapaba, el dolor fue más intenso y en el fogón la comida todavía sigue hirviendo.-
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