El cielo celestísimo de enero se pintó de pájaros de todos tamaños gritando en desorden e histérico vuelo.
Sentí el temblor en los vidrios y una opresión en el pecho mientras, en el horizonte, una nube rojiza ascendía del suelo.
- ¡Estampida! - gritó el muchacho tirando las últimas naranjas recogidas del árbol.
Corrió como loco hasta la puerta del galpón y alcanzó en su huída, a entrar a Florinda, su yegua preferida y se quedó agachado entre sus cuatro patas como esperando un golpe.
De norte a sur venían como una tromba, como un malón asesino, miles de kilos de fuerza bestial rompiéndolo todo a su paso. Las ovejas corrían por la pradera perdiendo de vista su senda lineal y muchos corderos morían aplastados bajo ese inusual galope desbocado.
Entre la casa y el monte, entre el jardín y la aguada, como en gran desfiladero, la tropa no dejó nada. Tiró postes y alambrados, quebró porteras y plantas, mató a mi perra más vieja por quedar quieta, espantada.
Cuando la nube de polvo se aquietó en torno a la casa, pude apreciar la asamblea reunida cerca del agua y aunque no puedan creer, yo vi inocencia en sus caras.
*
Estampida - Ramiro Ramírez (Colombia)
Precioso relato Ali, siempre me asombra leer tus escritos. Y si... son inocentes. (Soy Flor, nunca puedo comentar como "yo", no sé por qué).
ResponderEliminarHola mi querida Flor, gracias por tu comentario, lo aprecio..
ResponderEliminarSiii, son bestias inocentes, toneladas de puro instinto y en esa condición animal tal vez sean más inocentes que muchos de nosotros.
Un beso gigante, amiga.
Totalmente de acuerdo amiga mía. Abrazo.
EliminarTan real...que trae remembranzas de la vida en el campo.
ResponderEliminarRecuerdo un verano de cuando yo era niña que se desbocaron unos caballos y los peones gritaban que entráramos a la casa. Vimos por las ventanas desde la casa como corrían a lo loco y se siente un miedito importante. Pero buscaban agua en medio del calor sofocante del verano, simplemente buscaban agua.
EliminarGracias por leer, amiga.