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Montevideo, Uruguay
Escribo desde siempre. Sin pretensiones intelectuales, ni locas vanidades de reconocimiento. Alentada por la persona que más amé en el mundo, a quien agradezco y humildemente dedico este blog... a mi madre.-

viernes, 11 de febrero de 2011

LAS HORMIGAS





- ¡Ven pronto, trae una escoba o algo!
- ¿Qué pasa? ¿Qué es lo que hay?
- ¡Mira, ven al dormitorio! Una gran cantidad de insectos ha entrado por los zócalos y lo ha inundado todo.
No bien entrar, sentí bajo mis pies el crujido de estos bichos que, por montones, habían tapizado el viejo piso de madera. Seguramente la tormenta de esos días en que estuvo la casa cerrada, hizo que estas hormigas aladas hallasen refugio en el cuarto de mi padre.-
Barriendo, llené medio balde de un enjambre ruidoso y moribundo, sellé con veneno los lugares por donde creí que podrían volver a pasar y pronto se hizo la noche.
El cansancio era evidente, había manejado varias horas de contínuo para llegar a barrer toda la vieja casona, tender camas, preparar la cena para los invitados y ahora bajo la tibia ducha, los ojos se me cerraban de sueño.
Al fin en mi cuarto me recuesto, voy quedando floja, volando en los brazos del ensueño, alternando imágenes reales y extrañas hasta sucumbir inconsciente en un estado donde siempre me parecerá que estoy ausente.
La cortina se infló como un espectro cuando comenzó la brisa de la madrugada, se aquietaron los grillos y la luna plateaba los juncos de la laguna.
- ¡Ven pronto, trae una escoba o algo!
¡Mira, me atrapan, me llevan!
¡Ven pronto a salvarme, por favor!
Y subo y bajo escaleras, saludo a los mismos invitados de la noche anterior como si los viera por primera vez. Carmen, la hermana de mi cuñada está embarazada y me detengo a preguntarle si será varón o niña.
- Es niña -contesta ella- y se llamará Juana.
Qué raro, pienso. ¿Por qué usar el mismo nombre que ya le puso a su otra hija?
-¡Ven pronto! Vuelvo a escuchar.
Y sigo bajando escaleras hasta llegar a una puerta enorme. La abro lentamente y alcanzo a ver a mi padre desaparecer por debajo del zócalo. Su voz se hace pequeña y lejana pero sigue resonando como un eco: ¡Ven pronto a salvarme!
Le tomo por las manos y tiro, tiro de él y luego me despierto.
Mentalmente, como todos los días, repaso un plan de acción: vestirme, preparar tostados con manteca y mermelada y una gran jara de café caliente.
En la cocina preparo una bandeja; a la izquierda sus remedios y a la derecha su revista preferida. Voy haciendo equilibrio y como siempre, golpeo la puerta antes de entrar. Dejo el desayuno sobre una mesita, abro las cortinas para que entre la luz y mi padre no está. Aparentemente no ha dormido en casa, la cama aún está tendida.
Al salir, me llama la atención un murmullo casi inaudible. Apoyo la oreja en la pared y logro escuchar:
- ¡Estén alertas, ahora cuando ella se vaya, traigan la mermelada!

*

2 comentarios:

  1. ..termitas y mas termitas, el resto me ha dejado con ganas de tostadas y un a mañana en el campo.

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  2. Jajaja, son mis miedos ocultos,los que se esconden en mis sueños.Me alegra tu visita y merecés mucho más que unas simples tostadas, yo creo que ya estás para medialunas caseras.
    Un beso grande.

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