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Montevideo, Uruguay
Escribo desde siempre. Sin pretensiones intelectuales, ni locas vanidades de reconocimiento. Alentada por la persona que más amé en el mundo, a quien agradezco y humildemente dedico este blog... a mi madre.-

jueves, 3 de diciembre de 2009

MOLLES DEL SARANDI (Un recodo del camino)




Dos veces por semana, a setecientos metros de distancia, veo pasar el ómnibus que viene de Montevideo.- El chofer ya conoce las vueltas del camino y a veces desde lejos, con los brazos en alto, saludo y me responde con un gran bocinazo.- Es como el fuerte abrazo que se dan dos amigos.- Y lo veo alejarse subiendo por el cerro rojizo y polvoriento.-
Pero hoy fue bien distinto, pasó en el momento que estaba distraída, buscando entre la leña, algunas hojarascas para iniciar el fuego que atropelle a este invierno y me olvidé de verlo.-
Con un simple empujón certero y a medida, la carretilla gira con el tesoro hallado: ramas de sauce blanco, cáscaras de ciprés, semillas de eucaliptus y algún leño también.- Me voy imaginando un fuego perfumado que entibiará mi casa con esencias silvestres y entre aromas de monte me sentaré a un costado con mis ojos de fiesta entre brasas ardientes.-
Pero es tan sólo un sueño, yo sigo empujando mi vieja carretilla y la perra enojada, le gruñe a la ruedita y no para de ladrar.- Al fin miro a lo lejos y veo que mi amigo sigue su recorrido habitual y tranquilo, sin embargo a la distancia, alcanzo a divisar que el porterón de casa ostenta un colgamento, que a veces por el viento se parece a bandera, entonces me resuelvo y salgo a caminar.-
El pasto está encharcado del último chubasco y el cielo tiene nubes de plomizo color, las aves que se asustan emprenden vuelos bajos y el viento sibilante enreda mis cabellos sin orden ni razón.-
Alguna que otra gota helada precipita y me apuro a llegar al borde del camino y allí, efectivamente se encuentra resguardada en un tosco envoltorio, una pequeña carta; si bien no tiene nombre, va dirigida a mí.-
Y el corazón me estalla de un goce inexplicable apenas semejante a aquellas navidades de insomnios expectantes para ver los regalos dejados bajo el árbol.-
- “A usted” – dice la carta.-
- “A usted que me saluda, yo quiero agradecerle que cada vez que paso, usted es como un ángel de un campo desolado.- Su sombrero con flores, agitado en el cielo, es la señal que busco junto a mis pasajeros que, al pasar por su casa, todos cambian de asiento y juegan a decir quién la verá primero”.-
“Yo quisiera decirle que usted me da el aliento para seguir el viaje con ánimo contento y que todo mi coche festeja esos momentos…”
Y me quedé dormida sentada junto al fuego, la carta que leyera, al suelo se cayó.- Yo sueño con mil manos agitadas al viento y mi perra dormida, gruñe bajo el sillón.-

7 comentarios:

  1. Hola, Ali, es la primera vez que te leo y me encanta lo que has escrito. La pena es que sea un sueño eso de reconocer toda la poesía que encierran los momentos más cotidianos, deberíamos escribir esas cartas mucho más a menudo.

    Mira, ahora pienso que este comentario es una de ellas. ... Gracias, Ali.

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  2. Ali, escribes muy bonito, ya te lo dije mas veces.Esta historia tiene magia y belleza.Consigues que yo como lector entre en la escena y viva la historia desde dentro de los personajes. Podría ser el perro yo, actor mudo presente en cada escena.
    Un placer, Ali.

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  3. María: Me alegra tu visita.- Agradezco tus palabras y te mando el cariño de mi tierra para todos los tuyos.-

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  4. Querida "linda amiga":Tú lo has dicho y yo tomo tu comentario justamente así, como un momento de poesía, que por suerte en este caso es real y no un sueño.- Gracias por tu compañia y tu cariño.-
    Alicia.-

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  5. Pepe: Tu cariñoso comentario me llena de ternura porque modestamente pretendo que quien lea mi cuento, pueda entrar en la escena, pero eso sí, no te veo gruñendo bajo el sillón, jaja.-
    Un beso enorme, Alicia.-

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  6. Hola Ali, vengo a devolverte tu amable visita por mí blog y de paso, curiosear un poco por aquí. Este relato es muy bonito. E·mociona ver que siempre la vida nos da lo que le damos. Para mí la vida es eso ómnibus que pasa a diario ante nustra puerta y que solo nos pide un saludo que haga la vida de los seres que que van dentro de el un poco mas agradable. Si, tal vez mí imaginación ve lo que no hay, pero... ¿no es ese el final de todas las historias? No se quien dijo que el escritor nunca termina la historia. Cada lector puede darle su final. Un abrazo Alicia. Me tendrás por aquí a menudo. Un abrazo y Feliz Navidad.

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  7. Querido Juan Francisco:
    Me alegra que te haya gustado porque este relato muestra mucho de mi vida cotidiana en el campo.- Coincido con que la vida sólo nos pide que seamos amables y luego nos retribuye con miles de saludos hermosos, en este caso con el tuyo.- Valoro tu comentario que para mí es más emocionante que el propio escrito.-
    Feliz Navidad para tí también y un gran abrazo con todo el cariño de una uruguaya que te quiere.-

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